lunes, 7 de diciembre de 2015

Síndrome de piernas inquietas



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Se trata de un trastorno neurológico que se caracteriza por la presencia de sensaciones extrañas y desagradables estando sentado o tumbado. Estas sensaciones que son descritas por el paciente como pinchazos, picores, hormigueos o quemazón implican la necesidad imperiosa de mover las piernas para aliviarlas.
El síndrome de piernas inquietas (SPI) puede afectar a la calidad de sueño ya que ocasiona somnolencia durante el día, así como cuadros de ansiedad y depresión que repercuten de manera importante sobre la calidad de vida de las personas afectadas.
Los principales signos y síntomas:

  • Necesidad irresistible de mover las piernas.
  • Inicio o empeoramiento de los síntomas durante períodos se inactividad.
  • Alivio con el movimiento.
  • Se empeoran los síntomas a últimas horas de la tarde o por la noche.
En la mayoría de los casos, se desconoce la causa del SPI. Existe un historial familiar de la enfermedad en aproximadamente un 50 por ciento de los casos, lo que sugiere una forma genética del trastorno.
En otros casos, parece estar relacionado a los siguientes factores o condiciones, aunque los investigadores aún no saben si estos factores realmente causan el síndrome.
  • Las personas con niveles bajos de hierro o con anemia pueden tener una tendencia a desarrollarlo. Una vez que se hayan corregido los niveles de hierro o la anemia, los pacientes pueden ver una disminución en los síntomas.
  • Las enfermedades crónicas como el fallo renal, la diabetes, la enfermedad de Parkinson, y la neuropatía periférica están asociadas con el SPI. Cuando se trata la enfermedad principal a menudo se obtiene un alivio de los síntomas.
  • Algunas mujeres embarazadas lo sufren, especialmente en su último trimestre. En la mayoría de estas mujeres, los síntomas generalmente desaparecen a las 4 semanas del parto.
  • Algunos medicamentos para prevenir la náusea, las convulsiones, los antipsicóticos, y algunos medicamentos para el catarro o las alergias-pueden agravar los síntomas. Los pacientes pueden consultar con su médico sobre la posibilidad de cambiar los medicamentos.
En la gran mayoría de los casos, hay que tener en cuenta que el SPI es un trastorno de curso crónico y progresivo. Al principio, se manifiesta de forma esporádica, con discretas molestias que no interfieren de forma significativa con la vida de los sujetos que lo padecen. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la intensidad de síntomas es cada vez mayor y más frecuente, y no es raro que estos pacientes refieran importantes problemas para iniciar y mantener el sueño, presentando gran inquietud, nerviosismo y desasosiego, sobretodo en las situaciones que requieran reposo prolongado. Las consecuencias son muy negativas para el bienestar del paciente, por lo que en estos casos debe plantearse un tratamiento de tipo farmacológico.

Es importante mantener un horario de sueño regular, realizar ejercicio físico moderado (a últimas horas de la tarde), y reducir el consumo de café, tabaco y alcohol.
Si se identifican posibles causas del SPI, lo primero es intentar corregirlas (déficit de hierro, fármacos antidepresivos y algunos bloqueantes de la dopamina, alteraciones en el funcionamiento renal, etc.).

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